Frases de Samuel Johnson
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Es razonable tener la perfección en nuestros ojos para que siempre podamos avanzar hacia ella, aunque sabemos que nunca se puede alcanzar.
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Aquellos que alcanzan cualquier excelencia, comúnmente pasan la vida en una sola búsqueda; la excelencia no se obtiene a menudo en términos más fáciles.
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La excelencia en cualquier departamento solo se puede lograr mediante el trabajo de toda la vida. No se debe comprar a un precio menor.
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Ese don de observación que se llama conocimiento del mundo, veréis que sirve con mayor frecuencia para hacer astutos a los hombres, que para hacerlos buenos.
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El uso de viajar es la de regular la imaginación por la realidad, y en lugar de pensar cómo pueden ser las cosas, verlas como son.
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Si no fuera por la imaginación de un hombre sería tan feliz en brazos de una doncella como una duquesa.
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El conocimiento siempre desea incrementar; es como un fuego que primero debe de ser encendido por un agente externo, pero que posteriormente se propagará por su cuenta.
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La amistad, como el amor, se destruye con las largas ausencias, aunque puede ser aumentada con cortos intermedios.
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Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado delgadas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas.
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Nunca se puede encontrar a un viejo amigo, y la naturaleza ha dispuesto que no se pierda fácilmente.
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Vengar la incredulidad razonable rechazando pruebas es un grado de insolencia que el mundo aún no conoce; y la terca audacia es el último refugio de la culpa.
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Que la gente vulgar exprese sus ideas con claridad está lejos de ser cierto, y cuando lo hace no se debe a su facilidad de expresión, sino a la superficialidad de sus ideas.
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El hombre prefiere que se digan cien mentiras acerca de él, a que se divulgue una sola verdad que desee tener oculta.
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El poder del gobierno legítimo ha de ser defendido, y las desgracias desatadas por las rebeliones han de imputarse únicamente a los rebeldes.
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El dinero y el tiempo son las dos cargas más pesadas de la vida, y es el más infeliz de los mortales aquel que de ambas cosas posee más de lo que sabe emplear.
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Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas.
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