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Frases de Samuel Johnson

Frases de Samuel Johnson

Es una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra: poeta, ensayista, biógrafo, lexicógrafo, es considerado por muchos como el mejor crítico literario en idioma inglés.

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  • Es razonable tener la perfección en nuestros ojos para que siempre podamos avanzar hacia ella, aunque sabemos que nunca se puede alcanzar.



  • Aquellos que alcanzan cualquier excelencia, comúnmente pasan la vida en una sola búsqueda; la excelencia no se obtiene a menudo en términos más fáciles.



  • La excelencia en cualquier departamento solo se puede lograr mediante el trabajo de toda la vida. No se debe comprar a un precio menor.



  • La amabilidad está en nuestro poder, incluso cuando la afición no lo está.



  • Para poder enseñar a todos los hombres a decir la verdad, es preciso que aprendan a oírla.



  • El hombre que sabe gastar y ahorrar es el más feliz, porque disfruta con ambas cosas.



  • Se puede tener por compañera la fantasía, pero se debe tener como guía a la razón.



  • Las expectativas consentidas indebidamente terminan forzosamente en decepción.



  • El gran manantial del placer es la variedad.



  • El lenguaje es el vestido de los pensamientos.



  • Cuando alguno es invitado a comer, si no se presenta algún plato bueno, sale defraudado.



  • La enfermedad hace al hombre un pillo.



  • Ese don de observación que se llama conocimiento del mundo, veréis que sirve con mayor frecuencia para hacer astutos a los hombres, que para hacerlos buenos.



  • El uso de viajar es la de regular la imaginación por la realidad, y en lugar de pensar cómo pueden ser las cosas, verlas como son.



  • Si no fuera por la imaginación de un hombre sería tan feliz en brazos de una doncella como una duquesa.



  • Cuanto más vivimos, más pensamos y más valor ponemos en la amistad y ternura hacia padres y amigos.



  • El conocimiento siempre desea incrementar; es como un fuego que primero debe de ser encendido por un agente externo, pero que posteriormente se propagará por su cuenta.



  • Las palabras no son más que el signo de las ideas.



  • La amistad, como el amor, se destruye con las largas ausencias, aunque puede ser aumentada con cortos intermedios.



  • La vida es un viaje de carencia en carencia, no de gozo en gozo.



  • Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado delgadas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas.



  • Los gobiernos tienen muy poca influencia sobre la felicidad privada del hombre.



  • Un país gobernado por un déspota es un cono invertido.



  • Raramente se encuentra el placer donde se busca.



  • Tener prejuicios quiere decir siempre ser débil.



  • La sociedad no puede subsistir sin recíprocas concesiones.



  • Nunca se puede encontrar a un viejo amigo, y la naturaleza ha dispuesto que no se pierda fácilmente.



  • Vengar la incredulidad razonable rechazando pruebas es un grado de insolencia que el mundo aún no conoce; y la terca audacia es el último refugio de la culpa.



  • Que la gente vulgar exprese sus ideas con claridad está lejos de ser cierto, y cuando lo hace no se debe a su facilidad de expresión, sino a la superficialidad de sus ideas.



  • El hombre prefiere que se digan cien mentiras acerca de él, a que se divulgue una sola verdad que desee tener oculta.



  • El poder del gobierno legítimo ha de ser defendido, y las desgracias desatadas por las rebeliones han de imputarse únicamente a los rebeldes.



  • El dinero y el tiempo son las dos cargas más pesadas de la vida, y es el más infeliz de los mortales aquel que de ambas cosas posee más de lo que sabe emplear.



  • Nunca he conocido a un disidente capaz de razonar.



  • Podré ser conquistado, pero no capitularé.



  • El que hace una bestia de sí mismo se deshace del dolor de ser hombre.



  • Vuestros niveladores quieren rebajarnos al nivel suyo; pero no elevarnos a su mismo nivel.



  • Las cadenas del hábito son generalmente demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes para que podamos romperlas.



  • La vida es un progreso de necesidades a necesidades, no de placeres a placeres.



  • La conversación entre viejos y jóvenes termina, generalmente, con el desprecio o la piedad mutuas.



  • La enfermedad comienza generalmente aquella igualdad que la muerte completa.