Frases de Cicerón

Hay dos clases de belleza, el encanto y la dignidad. El encanto es la cualidad de la mujer; la dignidad, del hombre.
El placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación.
La honestidad es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.
La justicia no espera ningún premio. Se la acepta por ella misma. Y de igual manera son todas las virtudes.
El derecho riguroso es una especie de injusticia. La salud del pueblo está en la supremacÃa de la ley. Somos esclavos de las leyes para poder ser libres.
Son siempre más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se siente airado que cuando está tranquilo.
Hablo, pero no puedo afirmar nada; buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mà mismo.
Hago más caso del testimonio de mi conciencia que de todos los juicios que los hombres hagan por mi.
Casi siempre, a las acciones de los malvados las persigue primeramente la sospecha, luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, finalmente, la justicia.
La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.
La amistad mejora nuestra felicidad y disminuye nuestras desgracias doblando nuestras alegrÃas y dividiendo nuestro dolor.
La amistad es un acuerdo perfecto de los sentimientos de cosas humanas y divinas, unidas a la bondad y a una mutua ternura.
No preocuparse en absoluto de lo que la gente opina de uno mismo, no sólo es arrogancia, sino también desvergüenza.
Son elocuentes aquellos que pueden hablar de cosas sencillas con profundidad, de grandes cosas con dignidad, y de cosas moderadas con templanza.
Una nación puede sobrevivir a los tontos, incluso a los ambiciosos. Pero no puede sobrevivir a la traición desde adentro.
Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros.
El espÃritu es el verdadero yo. El espÃritu, la voluntad de ganar, y la voluntad de superación son las cosas que perduran.
Esas guerras son injustas y que se benefician sin provocación. Sólo para una guerra de venganza o de la defensa puede ser igual.
La gloria verdadera echa raÃces, e incluso se extiende; todos pretextos falsos, como las flores, caen al suelo, ni puede cualquier infracción duró mucho.
Estamos motivados por un profundo deseo de alabanza, y mejor que un hombre es más que se inspira en la gloria. Los mismos filósofos mismos, incluso en los libros que se escriben en el desprecio de la gloria, inscriben sus nombres.
Como apruebo un joven que tiene algo del viejo hombre en él, asà que no soy menos satisfecho con un anciano que tiene algo de la juventud. El que sigue esta regla puede ser viejo en el cuerpo, pero nunca puede ser tan en cuenta.
No solamente es ciega la fortuna, sino que de ordinario vuelve también ciegos a aquellos a quienes acaricia.
Vivid como hombres valientes, y si la fortuna es adversa, frente a sus golpes con corazones valientes.
Puede ser que sea perdonable a negarse a defender a algunos hombres, sino para defenderlos negligencia es poco menos que criminal.
Debemos concebir el universo entero como una comunidad de la que los dioses y los hombres son miembros.
Si me equivoco en la creencia de que las almas de los hombres son inmortales, con mucho gusto equivoco, ni me gustarÃa que este error que me da el placer de ser arrancado de mà mientras yo viva.