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Frases Papa Francisco

Frases Papa Francisco

Conocido por su humildad, su adhesión a la opción preferencial por los pobres —principio que abarca a los marginados y sufrientes de distinta extracción

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  • Hay tanta indiferencia ante el sufrimiento. Que superemos la indiferencia con actos concretos de caridad.



  • Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría.



  • A veces podemos ser auto absorbidos. Señor, ayúdanos a abrir nuestros corazones a los demás y a servir a los más vulnerables.



  • Tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de cada persona. Dios está en la vida de todos. Incluso si la vida de una persona ha sido un desastre, incluso si es destruida por vicios, drogas o cualquier otra cosa, Dios está en la vida de esta persona. Puedes, debes, tratar de buscar a Dios en cada vida humana.



  • La división dentro de la comunidad cristiana es un pecado muy grave: es obra del diablo.



  • Desde mi punto de vista, Dios es la luz que ilumina la oscuridad. Incluso si no la disipa, una chispa de luz divina brilla dentro de nosotros.



  • Los derechos humanos no se violan solo por el terrorismo, represión o asesinato, sino por estructuras económicas injustas que crean enormes desigualdades.



  • El ágape, el amor. de cada uno de nosotros por el otro, desde el más cercano hasta el más lejano, es de hecho el único camino que Jesús nos ha dado para encontrar el camino de la salvación y de las Bienaventuranzas.



  • No debemos tener miedo de la bondad ni de la ternura.



  • La ternura no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor.



  • El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura.



  • Estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás.



  • Solo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros.



  • Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre, en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos.



  • La vanidad el alardeo, son una actitud de espiritualidad mundana, que es el peor pecado de la Iglesia.



  • Queda claro que la predicación moral cristiana no es una ética estoica, es más que una ascesis, no es una mera filosofía práctica ni un catálogo de pecados y errores. El Evangelio invita ante todo a responder al Diosamante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos. ¡Esa invitación en ninguna circunstancia se debe ensombrecer! Todas las virtudes están al servicio de esta respuesta de amor. Si esa invitación no brilla con fuerza y atractivo, el edificiomoral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un castillo de naipes, y allí está nuestro peor peligro. Porque no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener «olor a Evangelio».



  • Se percibe a la Iglesia como si promoviera un prejuicio particular y como si interfiriera con la libertad individual. Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores.



  • En la voracidad insaciable de poder, consumismo y falsa eterna juventud, los extremos débiles son descartados como material desechable de una sociedad que se torna hipócrita, entretenida en saciar su vivir como se quiere (como si eso fuera posible), con el único criterio de los caprichos adolescentes no resueltos.



  • Y también los ancianos son abandonados, y no solo en la precariedad material. Son abandonados en la egoístaincapacidad de aceptar sus limitaciones que reflejan las nuestras, en los numerosos escollos que hoy deben superar para sobrevivir en una civilización que no los deja participar, opinar ni ser referentes según el modelo consumista de sólo la juventud es aprovechable y puede gozar.



  • La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad.



  • El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.



  • Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opciónegoísta que hagamos.



  • Preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.