Frases Oscar Wilde
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El romance nunca debe comenzar con el sentimiento. DeberÃa comenzar con la ciencia y terminar con un acuerdo.
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La aversión del siglo XIX al romance es el enfado de Caliban que no ve su rostro reflejado en el espejo.
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Los hombres siempre quieren ser el primer amor de una mujer; a las mujeres les gusta ser el último romance de un hombre.
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La música te hace sentir tan romántico, o al menos siempre pone de los nervios a alguien, que hoy en dÃa es lo mismo.
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Un mapa del mundo que no incluye utopÃa ni siquiera vale la pena mirar, ya que deja fuera el único paÃs en el que la Humanidad siempre está aterrizando.
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El hombre es menos él mismo cuando habla en su propia persona. Dale una máscara y te dirá la verdad.
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Cuando me gusta muchÃsimo la gente, nunca le digo sus nombres a nadie. Es como entregar una parte de ellos. He llegado a amar el secreto.
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Es algo extraño, pero se dice que cualquiera que desaparece es visto en San Francisco. Debe ser una ciudad encantadora y poseer todas las atracciones del próximo mundo.
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¿Cómo se puede esperar que una mujer sea feliz con un hombre que insiste en tratarla como si fuera un ser humano perfectamente normal?
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Las malas personas son, desde el punto de vista del arte, estudios fascinantes. Representan color, variedad y extrañeza. La gente buena exaspera la razón; la gente mala agita la imaginación.
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Prometieron que los sueños pueden hacerse realidad, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños.
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Hay que elegir a los amigos por su elegancia y su belleza; a los simples camaradas por su manera de ser, y a los enemigos por su inteligencia
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En la caótica lucha por la existencia, queremos tener algo que perdure, y asà nos llenamos la mente de basura y datos, en la esperanza ingenua de mantener nuestro sitio.
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No se ama a alguien por su apariencia, ropa o carro, sino porque puede cantar una canción que sólo tú puedes escuchar.
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Si uno pudiera enseñar al inglés cómo hablar y al irlandés a escuchar, la sociedad aquà serÃa bastante civilizada.
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Mi gran error, la culpa por la que no puedo perdonarme es que un dÃa dejé de perseguir mi propia individualidad.
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Hay terribles tentaciones que requiere fuerza y valor para no ceder. Para arriesgar toda la vida de uno, en un solo tiro.
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En última instancia, el vÃnculo de toda compañÃa, ya sea en el matrimonio o en la amistad, es la conversación.
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