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Si alguna vez tienes una segunda oportunidad en la vida para algo, tienes que llegar hasta el final.
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El deseo de ganar a toda costa, el nivel al que llegó es un problema. La arrogancia y ser desafiante me perdieron.
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Si los niños tienen la habilidad de ignorar todas las probabilidades y porcentajes, quizás podemos aprender de ellos. Cuando piensas sobre ello, ¿Qué otra opción hay a parte de la esperanza? Tenemos dos opciones médicamente y emocionalmente: rendirse o luchar.
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Se trataba de ganar a cualquier precio. Cuando me diagnosticaron cáncer estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para sobrevivir. Tomé esa misma actitud -ganar a cualquier precio- en el ciclismo.
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Durante la mayor parte de mi vida había operado bajo un esquema simple de ganar y perder, pero el cáncer me estaba enseñando a tolerar las ambigüedades.
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Me asustaba el hecho de que iba a morir y me asustaba perder mi carrera deportiva. No estoy seguro de lo que pensé primero: nunca correré más o voy a morir.
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La enfermedad me humilló y me abrió los ojos. Me hizo mirar la vida de forma más objetiva. ¿Si sobrevivo en qué me quiero convertir?
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El cáncer podía ser el camino hacia una vida mejor, una vida para los demás, una vida interior y simple.