Frases Friedrich Nietzsche

Fue uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, siendo reconocido como una figura de la filosofía contemporánea.

La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres.
Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos.
El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.
Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
Callar es peor; todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas.
El hombre parece tener más carácter cuando sigue su temperamento que cuando sigue sus principios.
¿Qué importaría un Dios que no conociera la cólera, la venganza, la burla, la astucia, la violencia?
También suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de los cobardes. ¡Sí, los cobardes son astutos!
Su conocimiento no ha aprendido todavía a sonreír y a no tener celos; aún no se ha vuelto tranquila en la belleza su caudalosa pasión.
La madurez en el varón significa que ha reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar.
Siempre estoy a la altura del azar; para ser dueño de mí tengo que estar desprevenido.
Librar todas las cosas de la servidumbre de un fin. En las cosas encuentro yo esta seguridad bienaventurada: Que todas bailan con pies de azar.
El egoísmo es la esencia misma de un alma noble.
El egoísmo es la ley de la perspectiva aplicada a los sentimientos: lo más cercano parece grande y pesado, y a medida que uno se aleja, el tamaño y el peso disminuyen.
La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando eramos niños.
El que apetezca la gloria debe despedirse a tiempo del honor y dominar el difícil arte de irse en el momento oportuno.
Todo aquel que luche contra monstruos, ha de procurar que al hacerlo no se convierta en otro monstruo.
El diablo mira con envidia a quien sufre mucho y lo expulsa al cielo.
La admiración por una cualidad o arte puede ser tan fuerte que nos disuade de esforzarse por poseerla.
No damos un valor especial a la posesión de una virtud hasta que percibimos que nuestro adversario carece por completo de ella.
La sencillez y naturalidad son el supremo y último fin de la cultura.
Estas recompensando a un maestro pobremente si siempre sigues siendo su pupilo.
No es la carencia de amor, sino la carencia de amistad lo que hace infelices a los matrimonios.
El carácter esta determinado más por la carencia de ciertas experiencias que por las que se tienen.
Lo que más nos aproxima a una persona es esa despedida, cuando acabamos separandonos, porque el sentimiento y el juicio no quieren ya marchar juntos; y aporreamos con violencia el muro que la naturaleza ha alzado entre ella y nosotros.
No hay precio demasiado alto para pagar por el privilegio de ser dueño de ti mismo.
El individuo siempre tiene que luchar para evitar ser abrumado por la tribu.
Lo más insoportable, sin duda, lo realmente terrible, sería una vida sin hábitos, una vida que requiriera continuamente improvisación.
Las explicaciones místicas se consideran profundas. La verdad es que no son ni siquiera superficiales.
Muchos son tercos en la búsqueda del camino que han elegido, pocos en la búsqueda de la meta.
Cuidado con la fatiga, porque ella va más allá del cuerpo; También cansa el corazón.
El mayor mal de la humanidad no es el egoísmo sino el altruismo sin sentido.
Para ser humano es necesario tener cierta cantidad de desprecio hacia uno mismo.
Cultivar el egoísmo equivale a perder la natural facilidad para comprender y compartir los sentimientos.