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Frases de Benjamín Franklin

Frases de Benjamín Franklin

Fue uno de los líderes de la Revolución Americana, conocido por sus citas y experiencias con la electricidad. También fue el primer embajador de Estados Unidos en Francia.

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  • La caridad cristiana nos manda pasar de largo ante las injurias; y la prudencia, dejar que ellas pasen de largo ante nosotros.



  • No hay mejor predicador que la hormiga, que no dice nada.



  • Vacía tu bolsillo en tu mente, y tu mente llenará tu bolsillo.



  • Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios.



  • Templanza: no comáis hasta el hastío, ni bebáis hasta perder el sentido.



  • Estar en guerra con tus vicios, estar en paz con tus vecinos y dejar que cada año nuevo te encuentre un hombre mejor.



  • El matrimonio es el estado más natural del hombre, el estado en el que encontrarás sólida felicidad.



  • ¿En qué consiste servir a Dios? En hacerle bien a la humanidad.



  • Una inversión en conocimiento siempre paga el mejor de los intereses.



  • Muchas personas mueren a los 25 y no son enterrados hasta que tienen 75.



  • Para ver las cosas a través de la fe es necesario cerrar el ojo de la razón.



  • Dime algo y lo olvidaré. Enséñame algo y lo recordaré. Involúcrame en algo y lo aprenderé.



  • Podemos dar consejos, pero no podemos dar conducta.



  • En este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos.



  • Quien compra lo superfluo no tardará en verse obligado a vender lo necesario.



  • Si sabes gastar menos de lo que ganas, has encontrado la piedra filosofal.



  • Un saco vacío se mantiene muy difícilmente en pie.



  • Nunca hubo guerra buena ni paz mala.



  • A los veinte años, la voluntad es reina: a los treinta, lo es el ingenio; a los cuarenta, lo es el juicio.



  • La singularidad de la derecha ha arruinado a muchos; felices los que están convencidos de la opinión general.



  • Me levanto todas las mañanas a las nueve y tomo el periódico de la mañana. Luego miro la página del obituario. Si mi nombre no está en él, me levanto.



  • A los veinte años, la voluntad es reina; a los treinta, lo es el ingenio; a los cuarenta, lo es el juicio.



  • El que no pueda aguantar un defecto de educación en persona ajena, carece él mismo de educación.



  • No hay cosa que dé tanto placer a un escritor como ver sus obras citadas con respeto por otros doctos autores.



  • Toma consejo en el vino, pero decide después con agua.



  • A los veinte años, la voluntad es reina; a los treinta, lo es el ingenio; a los cuarenta, lo es el juicio.



  • Hacer algo bien vale más que decirlo bien.



  • La necesidad nunca hizo buenos negocios.



  • ¡Arriba, haragán! ¡No desperdicies la vida! Ya dormirás bastante en la sepultura.



  • Un hoy vale por dos mañanas.



  • El que vive de esperanzas morirá ayuno.



  • Es incomprensible que una persona que tiene ingenio suficiente para escribir una sátira, pueda albergar tanta insensatez que se determine a publicarla.



  • A los veinte años, la voluntad es reina; a los treinta, lo es el ingenio; a los cuarenta, lo es el juicio.



  • La ociosidad, como el moho, desgasta mucho más rápidamente que el trabajo.



  • La ociosidad camina con tanta lentitud, que todos los vicios la alcanzan.



  • Tres personas pueden guardar un secreto, si dos de ellas están muertas.



  • Mil leguas de separación hacen casi el mismo efecto que mil años de distancia.



  • A los veinte años, la voluntad es reina; a los treinta, lo es el ingenio; a los cuarenta, lo es el juicio.



  • Un hoy vale por dos mañanas.



  • El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar.