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Frases de André Maurois

Frases de André Maurois

Fue el seudónimo de Émile Herzog, Émile Salomon Wilhelm Herzog, novelista y ensayista francés.

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  • Lo bello es aquello que es inteligible sin reflexión.



  • El horizonte es negro, la tempestad amenaza; trabajemos. Este es el único remedio para el mal del siglo.



  • La confidencia descubre quién era o no digno de ella.



  • Todo deseo estancado es un veneno.



  • Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta.



  • Los negocios son una combinación de guerra y deporte.



  • La crítica del jefe por el subordinado debe ser un accidente, no un hábito.



  • La primera receta para la felicidad: evita meditar largamente en el pasado.



  • Hay que resistir siempre. Nunca se es vencido del todo.



  • Entre un alma adulta y la de un niño no hay más diferencia que algunas cicatrices.



  • Sin una familia, el hombre solo en el mundo, tiembla con el frío.



  • Con frecuencia el hombre busca una diversión y encuentra una compañera.



  • La autocompasión es tan natural para todos nosotros. La felicidad más sólida puede ser sacudido por la compasión de un tonto.



  • Una mezcla de admiración y compasión es una de las recetas más seguras para el afecto.



  • En la literatura como en el amor, estamos asombrados de lo que es elegido por los demás.



  • La acción es lo único que tiene valor. Soñar que se juega al tenis no es nada. Leer libros de tenis no es nada. Jugar al tenis es un gran placer.



  • El origen de todos los males es la codicia.



  • El origen de todos los males es la codicia.



  • No decir más de lo que haga falta, a quien haga falta y cuando haga falta.



  • Sólo la incertidumbre mata los celos.



  • Si creas un acto, creas un hábito y si creas un hábito, creas un personaje. Si creas un personaje, creas un destino.



  • Siempre agradecemos la franqueza de quienes nos agradan. La franqueza de los demás se llama insolencia.



  • Podemos hablar francamente de nuestros defectos solo a aquellos que reconocen nuestras cualidades.



  • Un matrimonio sin conflictos es casi tan inconcebible como una nación sin crisis.



  • La sinceridad es cristal, la discreción es diamante.



  • Si los hombres pudieran considerar los eventos de sus propias vidas con mentes más abiertas, con frecuencia descubrirían que en realidad no desean las cosas que no pudieron obtener.



  • Cuando las cosas no van bien, nada como cerrar los ojos y evocar intensamente una cosa bella.



  • Nos place la franqueza en aquellos que nos quieren bien. La franqueza de los demás se llama insolencia.



  • El peligro de nuestra época está en que hay escritores que creen, de buena fe, que defender el amoralismo, la apatía, la ley de la jungla o el arte infernal son signos de valentía.



  • Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa.



  • Al demostrar a los fanáticos que se equivocan no hay que olvidar que se equivocan aposta.



  • Su divisa era ésta: todo lo que merece ser hecho, merece también ser bien hecho.



  • Las huellas del hombre sobre el hombre son eternas y ningún destino se ha cruzado impunemente con el nuestro.



  • En una discusión, lo difícil no es defender nuestra opinión, sino conocerla.



  • Si no quieres ser desgraciado trata a las catástrofes como a molestias, pero de ninguna manera a las molestias como a catástrofes.



  • Una vida grande nace del encuentro de un gran carácter y de una gran casualidad.



  • Los azares de la vida son tales, que toda eventualidad se hace posible.



  • Cultura es lo que queda después de haber olvidado lo que se aprendió.



  • La ilusión eterna, o que por lo menos renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de la realidad.



  • Por desgracia, el deber no coincide siempre con el interés.