Pero así son los hombres. Ingratos y si
Pero así son los hombres. Ingratos y siempre insatisfechos. Cuando los rechazan, odian porque los rechazan, y cuando se cede, odian también por alguna otra razón. O sin razón alguna
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El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.
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Recriminarnos y traer a la memoria hechos pasados en los que actuamos de forma poco «hábil». La vivencia de esas situaciones sólo nos traerá inseguridad e insatisfacción.
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La avaricia es un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable por satisfacer sus necesidades, sin llegar nunca a conseguirlo.
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Cuando la insatisfacción no desaparece, es porque fue puesta ahí por Dios con una única razón: es preciso cambiarlo todo, caminar hacia adelante.