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Frases de William Hazlitt

Frases de William Hazlitt

Fue un escritor inglés célebre por sus ensayos humanísticos y por sus críticas literarias.

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  • Nos cansamos de todo menos de poner en ridículo a los demás y felicitarnos por sus defectos.



  • La prosperidad es un gran maestro; adversidad es mayor. La posesión mima la mente; privación entrena y lo fortalece.



  • El aprendizaje es su propia recompensa extraordinariamente grande.



  • Algunas personas hacen promesas por el placer de romperlas.



  • Los libros nos dejan entrar en sus almas y nos abren los secretos de los nuestros.



  • La modestia es la más baja de las virtudes, y es una verdadera confesión de la deficiencia que indica. El que se subestima a sí mismo es justamente infravalorado por los demás.



  • El incentivo a la ambición es el amor al poder.



  • Una calidad brillante presta brillo a otra u oculta algún defecto deslumbrante.



  • La avaricia es el sueño del avaro, como la fama es el poeta.



  • En algunas situaciones, si no dices nada, te llaman aburrido; si hablas, eres considerado impertinente y arrogante. Es difícil saber qué hacer en este caso. La pregunta parece ser si predomina su vanidad o su prudencia.



  • Nadie se acerca a la perfección excepto por sigilo, y desconocidos para sí mismos.



  • El fanatismo moderno prospera en proporción a la cantidad de contradicciones y tonterías que se echa por la garganta a una enorme multitud, y la jerga y el misticismo que ofrece a su asombro y credulidad.



  • Ningún hombre es realmente grande que es grande sólo en su vida. La prueba de la grandeza es la página de la historia.



  • El ingenio es, de hecho, la elocuencia de la indiferencia.



  • El hombre es el único animal que ríe y llora, porque es el único que percibe la diferencia entre lo que las cosas son y lo que deben ser.



  • El arte de la conversación es el arte de escuchar y de ser escuchado.



  • Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.



  • Un apodo es la piedra más pesada que el diablo puede tirar de un hombre. Es una pesadilla a la imaginación, y, aunque no creemos en ella, todavía atormenta nuestros temores.



  • La mejor parte de nuestra vida la pasamos contando lo que falta por llegar.



  • El que se infravalora a sí mismo es justamente infravalorado por otros.



  • La fama es la herencia no de los muertos, sino de los vivos. Somos nosotros los que miramos hacia atrás con elevado orgullo a los grandes nombres de la antigüedad.



  • Cuando nos olvidamos de viejos amigos, es una señal de que nos hemos olvidado de nosotros mismos.



  • Una cosa no es vulgar por el mero hecho de ser corriente.



  • El placer de odiar, como un mineral venenoso, roe el corazón de la religión y la torna rencor doliente e intolerancia.



  • No estamos convencidos de que tenemos razón, si no podemos demostrar que los demás están equivocados.



  • Las personas hábiles son los instrumentos con que trabajan los bribones.



  • La agudeza es la sal de la conversación, no la carne.



  • Los que no saben dejar pasar la oportunidad de decir algo ingenioso, no merecen se les confíe la ejecución de ningún asunto importante.



  • El amor de la libertad es amor a otros; el amor del poder es amor de nosotros mismos.



  • El más pequeño dolor en nuestro dedo meñique nos causa más preocupación e inquietud que la destrucción de millones de nuestros semejantes.



  • La traición es el peor crimen, porque es el único que nunca se puede perdonar.



  • No hay nada mas peligroso que la envidia; destruye el alma y consume la felicidad.