Frases de Simón BolÃvar

Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad.
Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranÃa y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud.
Juro por Dios, juro por mis padres y juro por mi honor que no descansaré mientras viva hasta que haya liberado a mi patria.
Libertador de Venezuela: tÃtulo más glorioso y satisfactorio, para mà que el cetro de todos los imperios de la Tierra.
La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.
Desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la libertad de mi patria.
Los tiranos no pueden acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con su impura sangre la audacia de sus delirios.
En el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayorÃa de la masa fÃsica la que decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sà la balanza polÃtica.
Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno. Es defensor de su libertad.
Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranÃa.
El que manda debe oÃr aunque sean las más duras verdades y, después de oÃdas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores.
El sistema de gobierno perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad polÃtica.
Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad.
Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, bajaré tranquilo al sepulcro.
DichosÃsimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la polÃtica y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto.
La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino.
Como amo la libertad, tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos.
Amo la libertad de la América más que mi gloria propia, y para conseguirla no he ahorrado sacrificios.
Los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares. Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos.
Siempre es noble conspirar contra la tiranÃa, contra la usurpación y contra una guerra desoladora e inocua.
Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad.
La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad.
Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no deberÃa existir; y al fin no existirÃa.
No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad, descendamos a la región de la tiranÃa.
No somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legÃtimos propietarios del paÃs y los usurpadores españoles.
La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares.
Un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito.
El hombre de honor no tiene más patria que aquella en que se protegen los derechos de los ciudadanos y se respeta el carácter sagrado de la humanidad.
El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedanterÃa es un aire mefÃtico que ahoga los buenos sentimientos.
Estamos dominados por los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y envidia.
Las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales.
¿Podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin polÃtica?
Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranÃa es el compendio de todas las guerras.
Aborrezco mortalmente el mando porque mis servicios no han sido felices, porque mi natural es contrario a la vida sedentaria, porque carezco de conocimientos, porque estoy cansado y enfermo.
Ya que el Nuevo Mundo tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberÃa, por consiguiente, tener un solo gobierno que federarse los diferentes estados.