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Frases de Santos Católicos

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  • La trampa del demonio no te hará caer, a menos que ya estés mordiendo el anzuelo del diablo.




  • La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla, ya la hemos perdido.




  • Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia.




  • Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal.




  • Desear el saber por el saber.




  • Trabaja en algo, para que el diablo te encuentre siempre ocupado.




  • El que, por obediencia, se somete al mal, está adherido a la rebelión contra Dios y no a la sumisión.




  • Ésta es, señores, muy buena devoción de la Virgen, seguir sus virtudes.




  • Los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras.




  • Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti.




  • Él derramará sobre ti sus bendiciones y será tu defensor, tu consolador, tu redentor y tu recompensa en la eternidad.




  • Deja la tristeza para aquellos que están en el mundo, los que trabajamos para Dios debemos estar alegres.




  • Errar es humano; preservar en los errores es diabólico.




  • La caridad es el centro que une a la comunidad con Dios y a todos sus miembros entre sí; contribuye a la unión de los corazones y los vincula indisolublemente a Dios.




  • Cuanto más trabajemos en la tierra, más méritos ganaremos en el cielo.




  • Conservar el buen humor en medio de las penas y enfermedades, es señal de alma recta y buena.




  • Siempre encontramos que los que caminaban más cerca de Cristo fueron los que tuvieron que soportar las pruebas más grandes.




  • El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos.




  • Pedir gracia a nuestro Señor para que no sea sordo a su llamamiento, sino presto y diligente para cumplir su santísima voluntad.




  • Dios golpea sin cesar las puertas de nuestro corazón. Siempre está deseoso de entrar. Si no penetra, la culpa es nuestra.




  • Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella, ¡invoca a María!




  • El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz.




  • Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien.




  • Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero, aunque lo hagan a tientas, de manera imprecisa y difusa.




  • Antes de juzgar al prójimo, pongámosle a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y será entonces nuestro juicio recto y caritativo.




  • No busco, en efecto, entender para creer, sino que creo para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no entendería.




  • No pienses que el agradar a Dios está tanto en obrar mucho como en obrarlo con buena voluntad, sin propiedad y respetos.




  • Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena digestión y algo para digerir.




  • La gente suele ser curiosa por conocer las vidas ajenas y desidiosa para corregir su propia vida.




  • La medida del amor es amar sin medida.




  • Los hombres pelean, solo Dios da victoria.




  • Procuren siempre vivir en la amistad de Dios.




  • El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre.




  • Las más amargas tristezas son dulzuras en su adorable Corazón, donde todo se cambia al amor.




  • El mérito consiste sólo en la virtud de la caridad, sazonado con la luz de la verdadera discreción.




  • No busques ser grande a los ojos de los hombres, sino a los ojos de Dios.




  • La fe se refiere a las cosas que no se ven, y la esperanza a las cosas que no están al alcance de la mano.




  • La oración es la mejor arma que tenemos: es la llave que abre el corazón de Dios.




  • La educación y la virgen son las dos columnas que han de sostener nuestras vidas.




  • Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina.