Frases de Platón
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La injusticia es censurada porque las censuras tienen miedo al sufrimiento y no el temor que tienen de cometer injusticias.
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Una de las sanciones por negarse a participar en la polÃtica es que termines siendo gobernado por tus inferiores.
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En polÃtica suponemos que todos los que saben cómo obtener votos saben cómo administrar una ciudad o un estado. Cuando estamos enfermos… no pedimos el médico más guapo o el más elocuente.
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La excelencia no es un regalo, sino una habilidad que requiere práctica. No actuamos correctamente porque somos excelentes, de hecho, logramos excelencia al actuar correctamente.
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A vosotros (polÃticos) os hemos formado en interés del Estado tanto como en el propio vuestro, para que seáis en nuestra República nuestros jefes y vuestros reyes.
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Precisamente, es caracterÃstico del filósofo este estado de ánimo: el de la maravilla, pues el principio de la filosofÃa no es otro.
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El gran error del tratamiento de enfermedades es que hay médicos para el cuerpo y para el alma, aunque no pueden ser separados.
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Si se espera que las mujeres hagan exactamente los mismos trabajos que los hombres, debemos enseñarles las mismas cosas.
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Nadie sabe si la muerte es realmente la mayor bendición que una persona puede tener, pero todos temen que sea la mayor maldición, como si lo supiesen bien.
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Podemos perdonar fácilmente a un niño por tenerle miedo a la oscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres le temen a la luz.
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Cuando un hombre empieza a pensar en que va a morir, le entra miedo y preocupación por cosas por las que antes no le entraban.
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El principio de la actividad es el amor. El amor llena con su presencia el universo entero, mueve sus resortes y les hace concurrir a un admirable concierto.
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La divinidad es, por tanto, absolutamente simple y veraz en palabras y en obras y ni cambia por sà ni engaña a los demás en vigilia ni en sueños con apariciones, palabras o envios de signos.
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Si se aspira a que una ciudad se desenvuelva en buen orden, hay que impedir por todos los medios que nadie diga en ella que la divinidad, que es buena, ha sido causante de los males de un mortal.
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En el alma de un esclavo no puede hallarse el menor resquicio donde pueda albergarse la virtud, y que ningún hombre sensato puede fiarse nunca de ellos.