Frases Pablo Neruda
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Me piden lo profético que hay en mí, con melancolía y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.
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De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.
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Desnuda eres tan simple como una de tus manos, lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente, tienes líneas de luna, caminos de manzana.
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Y si no das más, tan solo encuentra lo que hay en tus manos, piensa que dar amor nunca es en vano. Sigue adelante sin mirar atrás.
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Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.
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Puedo escribir los versos más tristes esta noche; escribir, por ejemplo: La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.
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Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos, juntos desde la ropa a las raíces, juntos de otoño, de agua, de caderas, hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.
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El vino mueve la primavera, crece como una planta la alegría, caen muros, peñascos, se cierran los abismos, nace el canto.
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Esclava mía Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía! Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo, y en él despunta mi alma como una estrella fría. Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos. Mi propio latigazo cae sobre mi vida. Eres lo que está dentro de mí y está lejano. Huyendo como un coro de nieblas perseguidas. Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos. Y lo que estando lejos bajo mis pies camina. El eco de la voz más allá del silencio. Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.
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Amor Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más.
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Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo; así que te amo porque no conozco otra manera.
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Y el amor supo que se llamaba amor. Y cuando alcé mis ojos hacia tu nombre, tu corazón me mostró el camino.
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Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
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Cuando todo está preparado para mostrarme inteligente el tonto que llevo escondido se toma la palabra en mi boca.
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Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.
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