Frases de Napoleón Bonaparte

¿Cómo se puede tener orden en un estado sin religión? La religión es un formidable medio para tener quieta a la gente.
Dos grandes virtudes posee la especie humana, que nunca serán bastante respetadas: el valor en el hombre, el pudor en la mujer.
Sólo la religión consigue que los hombres soporten las desigualdades de rango, porque tiene consuelo para todo.
El café fuerte y en abundancia me hace muy vivaz, me inspira ardor, fuerza y un suave dolor que no deja de causarme placer.
Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor.
Nada hace que el futuro parezca tan de color de rosa como el contemplar a través de un vaso de Chambertin.
El alcance de tu conciencia está limitado solamente por tu capacidad para amar y abrazar con tu amor el espacio a tu alrededor y todo lo que contiene.
Las únicas victorias de las que no nos arrepentimos son de aquellas que ganamos sobre la ignorancia.
Nunca se sufre tanto por amor como cuando volvemos a ver el objeto amado, o mejor cuando este está ausente.
El hombre fuerte es el que es capaz de interceptar a voluntad la comunicación entre los sentidos y la mente.
Sólo se deja guiar un pueblo cuando se le enseña un porvenir; un jefe es un comerciante de esperanzas.
En la guerra, como en política, cualquier mal, aunque no infrinja las normas, sólo es excusable cuando es absolutamente necesario: todo lo que está más allá es crimen.
El campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será el que controle el caos, tanto el suyo como el de sus enemigos.
Cuando los soldados se han bautizado en el fuego de un campo de batalla, tienen todos los rangos posibles en mis ojos.
No tienes que luchar demasiado a menudo con un enemigo, o le vas a enseñar todo tu arte de la guerra.
Hay una especie de ladrón a quien la ley no ataca a, y que roba lo más preciado para los hombres: el tiempo.
Cuando los hombres pequeños intentan grandes empresas, siempre terminan por reducirlas al nivel de su mediocridad.
Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a sus gobernados.
El mundo sufre mucho, no por la violencia de las malas personas sino por el silencio de las buenas personas.