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El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
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Todo hombre de ingenio tiene en su haber las ingeniosidades que él inventa, más las ajenas que se le atribuyen.
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El fin de la religión, de la moral, de la política, del arte, no viene siendo desde hace cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de los necios.