Frases de Elias Canetti

Todo el arte consiste en no engañarse a sí mismo: mínimas islas de rocas en todo un mar de autoengaños. Lo que más puede lograr un hombre es aferrarse a ellas y no ahogarse.

Todas las cosas que uno ha olvidado gritan pidiendo ayuda en sueños.

Como si uno supiera lo bueno de lo que una persona es capaz, cuando uno no sabe lo malo que podría hacer.

Los adultos encuentran placer en engañar a un niño. Consideran que es necesario, pero también lo disfrutan. Los niños muy rápidamente lo averigüen y después practicar el engaño a sí mismos.

Los gobernantes que quieren dar rienda suelta a la guerra saben muy bien que tienen que adquirir o inventar una primera víctima.

Una convicción nunca se acaba, hay que llevarla al abrevadero.

La ambición es la muerte del pensamiento.

Odio los juicios que sólo aplastan y no transforman.

Una tormenta que dura toda una semana. Una oscuridad constante: sólo podemos leer entre relámpagos. Hemos de recordar e ir uniendo lo que leímos a relámpagos.

Uno debe terminar antes de haber dicho todo. Algunos lo han dicho todo antes de empezar.

Del azar de lo leído depende lo que eres.

De cada daño que sufren los que amamos brota un mar de ternura.

El que lucha por conservar la fama está perdido. Lo que importa es la eficacia de las ideas, nada más.

El viejo muerde con los años en vez de con los dientes.

No es viejo, aún odia la muerte, nunca será viejo, siempre odiará la muerte.

El que supera la alabanza, la merece.

La muerte aceptada con resignación no es ningún honor.