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Frases de David Hume

Frases de David Hume

Fue un filósofo, historiador, economista y ensayista escocés.

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  • La belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla.



  • (...) Las causas y efectos no pueden descubrirse por la razón, sino por la experiencia.



  • Sin el influjo de la experiencia estaríamos en total ignorancia de toda cuestión de hecho, más allá de lo inmediatamente presente a la memoria y a los sentidos.



  • Las reglas de la moralidad no son la conclusión de nuestra razón.



  • La razón es y sólo debe ser una esclava de las pasiones.



  • Que el sol no saldrá mañana no es una propuesta menos inteligible, y no implica más contradicción que la afirmación de que saldrá.



  • Los hombres a menudo actúan conscientemente en contra de su interés.



  • El cielo y el infierno suponen dos especies distintas de los hombres, lo bueno y lo malo. Pero la mayor parte de la humanidad flotador vice betwixt y la virtud.



  • La corrupción de las mejores cosas que da lugar a la peor.



  • Cuando los principios de la sociedad humana son tan absurdos y tan destructivos, se puede afirmar con seguridad que cuanto más sinceros y desinteresados son, sólo se vuelven más ridículos y más odiosos.



  • La avaricia, el estímulo de la industria.



  • Ningún testimonio es suficiente para establecer un milagro, salvo que su falsedad fuese más milagrosa que el hecho que se trata de establecer.



  • Solo hay un vicio, que se puede encontrar en la vida con rasgos tan fuertes, y un color tan alto como sea necesario para cualquier satírico o poeta cómico; Y eso es avaricia.



  • Todo el mundo se queja de su mala memoria; nadie de su poco entendimiento.



  • Las percepciones morales, por tanto, no deben clasificarse con las operaciones del entendimiento, sino con los gustos o sentimientos.



  • …la contradicción de sucesos se deba no a cualquier fallo de la causa, sino a la secreta operación de causas contrarias.



  • Debo reconocer que un hombre que concluye que un argumento no tiene realidad, porque se le ha escapado a su investigación, es culpable de imperdonable arrogancia.



  • La costumbre es el principio por el cual se ha realizado esta correspondencia tan necesaria para la supervivencia de nuestra especie y la dirección de nuestra conducta en toda circunstancia y suceso de la vida humana.



  • La función propia de la religión es regular el corazón de los hombres, humanizar su conducta, infundir el espíritu de templanza, orden y obediencia.



  • Aunque no hubiera azar en este mundo, nuestra ignorancia de la causa real de un suceso tendría la misma influencia sobre el entendimiento y engendraría un tipo de creencia u opinión similar.



  • La creencia no es más que una más viva, animada por la fuerza, la firma, la concepción, constante de un objeto, de lo que la imaginación es el único nunca podrá alcanzar.



  • La costumbre es la gran guía de la vida humana.



  • Sólo por experiencia conocemos el influjo de nuestra voluntad.



  • Sólo sentimos el acontecimiento, a saber, la existencia de una idea que sigue a un mandato de la voluntad.



  • Un acto de volición produce movimientos en nuestros miembros o trae a la imaginación una nueva idea.



  • La intolerancia de casi todas las religiones que han conservado la unidad de Dios es tan evidente como los principios contrarios contrarios de los politeístas.



  • Pero la mente requiere alguna relajación, ya que no puede siempre su inclinación hacia la preocupación y la faena.



  • En general hay un grado de duda, de cautela y modestia que, en toda clase de investigaciones, debe acompañar siempre al razonador cabal.



  • El pueblo, en todas partes, rebaja a sus deidades hasta su propio nivel y las considera meramente como una especie de criaturas humanas, algo más podesas e inteligentes.



  • Implica con toda seguridad más poder en la Deidad delegar cierto grado de poder en criaturas inferiores, que producir todo por su propia volición inmediata.



  • Ocurre lo mismo en el caso de la probabilidad de las causas que en la del azar.



  • Que los estudiantes de filosofía aprendan primero lógica, después ética, a continuación física y en último lugar la naturaleza de los dioses.



  • De la primera aparición de un objeto, nunca podemos hacer conjeturas sobre qué efecto resultará de él. Pero si la mente pudiera descubrir el poder o energía de cualquier causa, podríamos prever el efecto, incluso sin la ayuda de la experiencia, y, desde el principio, pronunciarnos con certeza con respecto a él, por la mera fuerza del pensamiento y del razonamiento.



  • Y, ciertamente, cuando consideramos cuán adecuadamente se vinculan entre sí la evidencia natural y la evidenciamoral, y componen una sola cadena de inferencias, no tendremos reparos en admitir que son de una misma naturaleza y derivadas de los mismos principios.



  • Todos los razonamientos pueden dividirse en dos clases, a saber, el razonamiento demostrativo o aquel que concierne a las relaciones de ideas y el razonamientomoral o aquel que se refiere a las cuestiones de hecho y existenciales.



  • El mayor obstáculo de nuestro progreso en ciencias morales o metafísicas es la oscuridad de las ideas y la ambigüedad de los términos.



  • Parece, ciertamente, como si los hombres empezasen a tratar esta cuestión de la libertad y la necesidad por donde no deben, al iniciarla con el examen de las facultades del alma, la influencia del entendimiento y las operaciones de la mente. Que discutan primero una cuestión más sencilla, a saber, las operaciones del cuerpo y de la materia bruta irracional.