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Frases de Arturo Graf

Frases de Arturo Graf

Fue un poeta, aforista y crítico literario italiano.

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  • El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan.



  • En el viaje a través de la vida no existen caminos llanos: todos son subidas o bajadas.



  • En cierto modo, el arte es una crítica de la realidad.



  • No tardará en transigir con el fin quien está dispuesto a transigir con los medios.



  • Quien posee una verdadera amiga puede decir que posee dos almas.



  • Si quieres oír cantar a tu alma, haz el silencio a tu alrededor.



  • Si no disfrutas la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas gozar?



  • La religión deberla servir más para dar ánimos a los buenos que para aterrorizar a los malos.



  • La sabiduría y la razón hablan; la ignorancia y el error ladran.



  • La constancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan fruto.



  • Los deseos son como los peldaños de una escalera: cuanto más asciendes, menos seguro te encuentras.



  • Si no posees libertad interior, ¿qué otra libertad podrías desear tener?



  • La perseverancia es la virtud por la que el resto de las virtudes dan su fruto.



  • El de la locura y el de la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra.



  • Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?



  • El saber y la razón hablan; el error y la ignorancia gritan.



  • Hay algunos obsesos de prudencia, que a fuerza de querer evitar todos los pequeños errores, hacen de su vida entera un solo error.



  • Si pretendes y te esfuerzas en agradar a todos, acabarás por no agradar a nadie.



  • Las naturalezas inferiores repugnan el merecido castigo; las medianas se resignan a él; las superiores lo invocan.



  • La ingenuidad es una fuerza que los astutos hacen mal en despreciar.



  • No hay en el mundo un mentiroso tan perfecto que pueda decir una mentira perfecta.



  • La mejor amiga y la peor enemiga del hombre es la fantasía.



  • La fuerza es confiada por naturaleza. No existe un signo más patente de debilidad que desconfiar instintivamente de todo y de todos.



  • Para sentirse, no diremos seguros, pero animados y tranquilos a lo largo de la vida, hay que desear poco y esperar todavía menos.



  • Los deseos son como los peldaños de una escalera, que cuanto más subes, tanto menos contento te hallas.



  • Es un maestro excelente aquel que, sin enseñar muchas cosas, hace nacer en el discípulo un afán grande de aprender.



  • Desconfía igualmente de aquel a quien no inmutan las injurias, como del que busca rápidamente las alabanzas.



  • Para hacer política justa y sana no basta conocer los hombres; es necesario también amarlos.



  • La política es demasiado a menudo el arte de traicionar los intereses reales y legítimos, y de crear otros imaginarios e injustos.



  • Si quisieran hablar solamente de lo que entienden, los hombres apenas hablarían.



  • El mejor sudario es la honestidad, porque envuelve a la muerte con un grato olor.



  • Nunca será verdaderamente sabio quien no sepa ser algunas veces un poco loco.



  • Son poquísimos los hombres que sepan tolerar en otros los defectos de que ellos mismos adolecen.



  • No existe superstición que no se haya producido por alguna necesidad.



  • Los hombres dotados de una inferior naturaleza repugnan el castigo que merecieron; los de temple mediocre se resignan a él; los de temple superior lo reclaman.



  • Jamás desprecéis demasiado la opinión contraria a la vuestra.



  • La experiencia advierte que es a veces conveniente cerrar un ojo, pero nunca los dos.



  • Quien quiera escuchar la voz sincera de la conciencia, debe saber poner silencio alrededor suyo y dentro de sí mismo.



  • El hombre malo puede muy bien ponerse alguna vez del lado de la razón; pero es casi imposible que no le venza su inclinación a colocarse en la parte del mal.



  • El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.