Frases de Alejandro Magno
Fue rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto, Gran rey de Media y Persia, hasta la fecha de su muerte.
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No tengo miedo de una legión de leones liderada por una oveja; tengo miedo de una legión de ovejas liderada por un león.
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Nosotros de Macedonia, durante las generaciones pasadas hemos sido entrenados en la dura escuela del peligro y la guerra.
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Una de las cosas que aprendà cuando estaba negociando era que hasta que no me cambiara a mà mismo, no podÃa cambiar a otros.
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¿Quién no desea una victoria en la que pueda unir los lugares de su reino, tan dividido por la naturaleza, y en la que pueda obtener trofeos de otros mundos conquistados?
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¿Cómo un hombre va a ser capaz de cuidar su propio caballo, pulir su lanza y su casco, si ha perdido la costumbre de atender a su propia persona, que es su posesión más preciada?
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Más aún, he sido herido por la espada, mano a mano, con flechas, he sido herido desde una catapulta y muchas veces he sido golpeado con piedras y garrotes.
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Asà como un bebé recién nacido no puede ser alimentado sino con leche materna y tampoco podrá crecer sin esta, una ciudad no puede existir sin campos y frutas de diversos tipos que rodeen sus murallas.
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Todo lo que he escuchado hasta ahora de Marakanda es verdad, a excepción del hecho de que es más bella de lo que pudiera imaginar. Eso no es cierto.
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No considero lo que Parmenión deberÃa recibir, sino lo que Alejandro deberÃa dar. Me han designado lÃder de los griegos, y el deseo de castigar a los persas lo he tomado de usted.
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Las diferencias internas, se resuelven sabiamente con negociaciones pacÃficas. En última instancia, yo habré de ser el árbitro entre ustedes.
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Por mi parte, considero que para los hombres de espÃritu, no hay más meta o fin de sus labores que las labores mismas.
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Que todos los seres mortales de ahora en adelante vivan como un sólo pueblo que esté de acuerdo y que trabaje para el avance en común.
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¡Al más fuerte! [En su lecho de muerte, ésta fue la respuesta del rey de Macedonia sobre a quién se deberÃa ceder su lugar].
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¿Será posible, amigos, que mi padre se anticipe a tomarlo todo y no nos deje a nosotros nada brillante y glorioso que podamos acreditarnos?
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En cuanto a los lÃmites de las propias labores, no reconozco ninguna para un hombre magnánimo, excepto aquellas que deberÃan conducir a logros nobles.
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Oh, atenienses, cuán arduo debo trabajar para complacerlos y ganarme un buen nombre en esta tierra.
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Sin conocimiento, la habilidad no se puede enfocar. Sin habilidad, la fuerza no puede ser ejercida y sin fuerza, el conocimiento no puede ser aplicado.
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Soldados, en los últimos dÃas, hombres desesperados han intentado apartarme de ustedes, pero por la gracia de la providencia de los dioses, aún sigo entre los vivos y voy a prevalecer.
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Amigos, ahà tenéis al hombre que se disponÃa a pasar de Europa al Asia: pasando de un lecho a otro ha acabado por los suelos.