Pongamos que tú matas porque pretendes
Pongamos que tú matas porque pretendes castigar una ofensa de tus enemigos, o maltratas a tu esposa porque no ha sido diligente, o mientes para no sentirte humillado ante tu comunidad. Cualesquiera de estas cosas son intrínsecamente malas. La cuestión está en dominar el mal que llevamos dentro, luchar contra él a lo largo de la vida, intentando que no nos dirijan los demonios, sino que seamos nosotros los que los dobleguemos.
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