Frases de Joseph Conrad - Pero su alma estaba desquiciada. A solas
Pero su alma estaba desquiciada. A solas en esa selva, había mirado dentro de sí mismo, y ¡por todos los cielos!, había enloquecido. Yo tuve, debido a mis pecados, supongo, que pasar también por el calvario de mirar dentro de mí mismo. Ningún ejercicio de elocuencia hubiera podido ser tan fulminante con la fe abstracta en la humanidad como su última explosión de sinceridad. Luchó consigo mismo. Yo lo vi, lo escuché. Yo vi el inconcebible misterio de un alma que no conocía la moderación, ni la fe, ni el miedo, y que sin embargo había luchado a ciegas consigo misma. Conservé la cabeza bastante bien, pero cuando lo tendí al fin en su lecho, y me sequé la frente, mis piernas temblaron como si acabara de arrastrar media tonelada sobre la espalda por una cuesta. Y sin embargo, yo solo había sostenido su brazo huesudo alrededor de mi cuello; nada que fuera más pesado que un niño.
Frases de Joseph Conrad
Algunos grandes hombres deben la mayor parte de su grandeza a la capacidad de detectar en aquellos que destinan por sus herramientas la calidad exacta de la fuerza que importa para su trabajo.
El valor de una frase está en la personalidad de quien la dice, porque nada nuevo puede ser dicho por un hombre o una mujer.
El egoísmo, que es la fuerza motriz del mundo, y el altruismo, que es su moralidad, estos dos instintos contradictorios, uno de los cuales es tan claro y el otro tan misterioso, no pueden servirnos a menos que en la incomprensible alianza de su irreconciliable antagonismo.
Si uno fuese a creer todo lo que se ha escrito en este libro, se pasaría la mayor parte del tiempo recorriendo los mares, en un desesperante esfuerzo para hurtarle el cuerpo a las tormentas.