Sólo hay una avaricia honrosa: la de las palabras.
La codicia arraiga hondo y crece con raíces más perversas que la lujuria, flor de verano.
A quien por codicia la vida aventura, las más de las veces el bien poco dura.
El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en las supremas cumbres codiciadas por los demás.