Me enamoré de mi mujer y nunca más me
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Me enamoré de mi mujer y nunca más me volví a enamorar. La fidelidad te la propones inconscientemente: tienes una familia, unos hijos.
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El vínculo que te une a una verdadera familia no es de sangre, sino de respeto y alegría por la vida del otro.
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No hay tal cosa como una ‘familia rota’. La familia es la familia y no está determinada por certificados de matrimonio, documentos de divorcio y documentos de adopción. Las familias se hacen en el corazón.
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Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.
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No es hasta mucho más tarde, cuando la piel se hunde y el corazón se debilita, que los niños entienden; que sus historias y todos sus logros, se asientan encima de las historias de sus madres y padres, piedras sobre piedras, bajo las aguas de sus vidas.