Los problemas tienden a gruñirnos como
Los problemas tienden a gruñirnos como perros cobardes. Si los enfrentamos y los desafiamos, retroceden. Si huimos de ellos, corren detrás de nosotros, rompiéndonos los talones.
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Los problemas tienden a gruñirnos como perros cobardes. Si los enfrentamos y los desafiamos, retroceden. Si huimos de ellos, corren detrás de nosotros, rompiéndonos los talones.