Frases sobre Pecados
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La única diferencia entre el santo y el pecador es que todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro.
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El falso arrepentimiento es cuando el individuo todavía siente el deseo de pecar. Se abstiene de hacerlo, no porque lo aborrece, sino porque teme sus consecuencias.
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El pecado y el hijo de Dios son incompatibles. Pueden encontrarse ocasionalmente; no pueden vivir juntos en armonía.
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El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda.
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Cada vez que pecamos se debe a que es ese momento preferimos hacer otra cosa en lugar de obedecer a Dios.
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La paga del pecado es la muerte, pero para cuando se sacan los impuestos, es sólo una especie de sensación de cansancio.
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Vamos, que se hace tarde _ me dijiste. Pero yo me quedé mirando el mar,con el hastío de un pecado triste, pues no hay nada más triste que un pecado vulgar.
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Las naturalezas inferiores repugnan el merecido castigo; las medianas se resignan a él; las superiores lo invocan.
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Cuando un hombre descubre sus faltas, Dios las cubre. Cuando un hombre las esconde, Dios las descubre. Cuando un hombre las reconoce, Dios las olvida
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Cualquier concepto de la gracia que nos haga sentir más cómodos pecando no es la gracia bíblica. La gracia de Dios nunca nos anima a vivir en el pecado, al contrario, nos capacita para decir no al pecado y sí a la verdad.
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Tenemos que reconocer que el pecado es un hecho, no un defecto; el pecado es un motín contra Dios. Si el pecado gobierna en mí, la vida de Dios en mí morirá; si Dios gobierna en mí, el pecado en mí morirá.
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¿Necesidad? Palabra cómoda con que el culpable se quita de encima la culpa, para arrojar en el vacío toda soberbia y traición.
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El pecado y la virtud son un juego de resistencia que jugamos con Dios en sus esfuerzos por llevarnos hacia la perfección. El sentido de la virtud nos ayuda a apreciar nuestros pecados en secreto.
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Es peligrosamente fácil tener una sorprendente simpatía por la verdad de Dios y permanecer en el pecado.
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El que cae en pecado es un hombre; que se aflige por ello, es un santo; que se jacta de ello, es un demonio.
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Si no te quebranta La Palabra de Dios te quebrantará el pecado, la diferencia es que La Palabra te consuela, el pecado te destruye.
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No existe para el hombre más que una verdadera desdicha: incurrir en falta y tener motivo de censura contra sí.