No hay un solo error que no haya tenido sus seguidores.
Hay en el espÃritu humano muchas fuerzas que permanecen hasta que algo las despierta y activa.
Son muy pocos los grandes hombres que han nacido en un ambiente familiar fácil.
Lo que se considera ceguera del destino, es en realidad la propia miopÃa.
A los hombres de carácter les gusta oÃr hablar de sus faltas; a los otros, no.
Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo.
La persona que no tiene un corazón caritativo padece del peor de los males cardiacos.
El alma es como una ciudad sitiada: detrás de sus muros resistentes vigilan los defensores. Si los cimientos son fuertes, la fortaleza no tendrá que capitular.
La experiencia es un sabio hecho a trompicones.
La juventud es un disparate; la madurez, una lucha; la vejez, un remordimiento.
Tomar un consejo al pie de la letra, lo mismo puede causar felicidad que desventura.
Si eres rico, da tu dinero, si eres pobre, da tu corazón.
Entre un alma adulta y la de un niño no hay más diferencia que algunas cicatrices.
La fortuna llega en algunos barcos que no son guiados.
Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida
No hay cálculos más errados que los del egoÃsmo.
La envidia es una declaración de inferioridad.
Un hombre que tiene un alma hermosa, tiene siempre cosas hermosas que decir; pero un hombre que dice cosas hermosas, no necesariamente tiene el alma hermosa.
Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.
La libertad es la primera hija del amor y la piedra imán más atractiva para los hierros de la voluntad.
Aconseja al ignorante, te tomará por su enemigo.
La ilusión eterna, o que por lo menos renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de la realidad.
La imaginación es una especie de complemento de los sentidos, pues sólo representa lo que nos han transmitido alguna vez.
Esperar una felicidad demasiado grande es un obstáculo para la felicidad.
Las pasiones no se curan por la razón, si no por otras pasiones.
La experiencia no sirve de nada. Los hombres experimentados son aquellos jugadores que apuntan las cartas que han salido, pero no saben las que van a salir.
No deseo copiar la naturaleza. Me interesa más ponerme a la per de ella.
La felicidad suele pasar tan deprisa que no deja huella, salvo en el caso de las obras de la imaginación.
El hábito convierte los placeres suntuosos en necesidades cotidianas.