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Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa.
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Todos los amuletos que están hechos por el hombre, por muy temibles que sean, siempre están subordinados a él y es por ello que siempre los hombres tienen la capacidad de destruirlos.
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Nadie es más arrogante hacia las mujeres, más agresivo y más detestable que un hombre ansioso por su virilidad.
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Conocerse a sí mismo no es garantía de felicidad, pero está del lado de la felicidad y puede darnos el coraje para luchar por ella.
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El secreto de la felicidad en el amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta.
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En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación.
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El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y el boceto de nuestro proyecto.
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El hecho de que exista una minoría privilegiada no compensa ni excusa la situación de discriminación en la que vive el resto de sus compañeros.
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Lejos de que la ausencia de Dios autorice toda licencia, al contrario, el que el hombre esté abandonado sobre la tierra es la razón de que sus actos sean compromisos.
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No nos engañemos, el poder no tolera más que las informaciones que le son útiles. Niega el derecho de información a los periódicos que revelan las miserias y rebeliones.
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Nadie es más arrogante hacia las mujeres, más agresivo o desdeñoso, que el hombre que se siente ansioso respecto a su virilidad.
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Vive de tal modo que nada de lo que hagas deba merecer el reproche o la condena de quienes te rodean.
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No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aun si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida.