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La maldad contiene los motivos de su propio tormento. Es un maravilloso artesano de una vida miserable.
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El charlatán pretende hacerse amar y sólo consigue ser aborrecido; quiere ser obsequioso y no logra sino hacerse importuno; busca el que se le admire, y se pone en ridículo; gasta para no recoger; ofende a su amigo, sirve a sus enemigos y trabaja en su propia ruina.