Frases de Mateo Alemán

El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho.

La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.

No hay mujer tan alta que no huelgue ser mirada, aunque el hombre sea muy bajo.

Quien quiere mentir, engaña y el que quiere engañar, miente.

Libertad. Loada de sabios, deseada de muchos y cantada de poetas, para cuya estimación todo el oro y las riquezas de la tierra es poco precio.

La contraria fortuna hace a los hombres prudentes.

No hay maestro como el ejercicio.

Siempre los mozos se despeñan tras el gusto presente, sin mirar el daño venidero.

Paciencia y sufrimiento quieren las cosas, para que pacíficamente se alcance el fin de ellas.

La soberbia ataca con dos dardos: la ira y la envidia.

No hay palabra ni pincel que llegue a manifestar amor de padre.

La sangre se hereda, el vicio se apega.

El mejor remedio a las injurias es despreciarlas.

Suelen decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia.

No entres donde libremente no puedas salir.

El alma triste en los justos llora.

Sólo es hermoso lo que agrada.

Quien no tiene necesidades propias, mal se acuerda de las ajenas.

Debe desear todo hombre vivir para saber, y saber para bien vivir.

Tengo a mayor delito preciarse del mal que haberlo hecho.

El deseo vence al miedo.

A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.

Donde la fuerza oprime, la ley se quiebra.

Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.

De donde no sin razón digo que la mujer, cuanto más mirare la cara, tanto más destruye la casa. Si esto es aun en mujeres vituperio, ¿cuánto lo será más en los hombres?

De balde compra quien compra lo que ha menester.

No entres donde no puedes libremente salir.

Tengo a mayor delito, y sin duda lo es, preciarse del mal que de haberlo hecho.