Más lágrimas se derraman por las plegarias respondidas que por las no respondidas.
Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar.
A veces, cuando contaba historias sobre el pasado, sus ojos se llenaban de lágrimas por todos los recuerdos que tenía, pero no eran lágrimas. Ella no estaba llorando. Eran solo los recuerdos que se filtraban.