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Toda nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener.
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Nos consolamos de nuestras incapacidades afirmando que somos capaces de todo cuando nos lo proponemos.
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El único hombre que es realmente libre es aquel que puede rechazar una invitación a comer sin dar una excusa.
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Estamos en el mundo para reír. En el purgatorio o en el infierno ya no podremos hacerlo. Y en el cielo no sería apropiado.
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La recompensa de los grandes hombres es que, mucho después de que han muerto, uno no está muy seguro de que estén muertos.
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Todo lo que quieres está ahí afuera esperando que preguntes. Todo lo que quieres también te quiere a ti. Pero tienes que tomar medidas para conseguirlo.
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La recompensa de los grandes hombres es que, mucho tiempo después de su muerte no se tiene la entera seguridad de que hayan muerto
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Comer bien, dormir bien, ir donde se desea, permanecer donde interese, no quejarse nunca y, sobre todo, huir como de la peste de los principales monumentos de la ciudad.
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