Frases de Gordon B. Hinckley

Sin trabajo duro nada crece, excepto las malas hierbas.

Hay pocas cosas más patéticas que aquellos que han perdido su curiosidad y sentido de la aventura, y que ya no se preocupan por aprender.

¿Te sientes triste? Levanta los ojos. Ponte de pie. Di algunas palabras de agradecimiento y amor al señor. Se positivo.

Dondequiera que se conozca el espíritu de Cristo, hay mucho de buena voluntad, de respeto mutuo, de amor, aprecio y bondad.

Si estamos preocupados por el futuro, debemos cuidar bien la crianza de los niños.

La mejor cura para el cansancio es el desafío de ayudar a alguien que está aún más cansado.

Ve hacia delante en la vida, con un guiño en el ojo y una sonrisa en tu cara, pero con un gran y fuerte propósito en tu corazón.

¿Por qué todos estos hogares rotos? ¿Qué sucede con los matrimonios que comienzan con un amor sincero y el deseo de ser leales y fieles el uno al otro? No hay una respuesta sencilla. Yo lo reconozco.

El conflicto surge de la ignorancia y la sospecha.

No habría Navidad si no hubiera Semana Santa.

No has fallado hasta que dejas de intentarlo.

Expresa los nobles deseos que hay en tu corazón.

La causa de la mayor parte de la infelicidad del hombre es sacrificar lo que más quiere por lo que quiere ahora.

Nunca olvidemos rezar. Dios vive El esta cerca. El es real. No solo nos conoce, sino que se preocupa por nosotros. El es nuestro padre. Él es accesible para todos los que lo busquen.

No es tan malo como a veces piensas que es. Todo funciona. No te preocupes. Me lo digo a mí mismo todas las mañanas.

Hay demasiado divorcio, en el que los corazones se rompen y, a veces, se destruyen vidas.

La mediocridad nunca funcionará. Eres capaz de algo mejor.

Llegarás a saber que lo que parece ser hoy un sacrificio demostrará ser, en cambio, la mayor inversión que harás.

Nuestra bondad puede ser el argumento más persuasivo a favor de aquello en lo que creemos.

Espero que simplemente hagas lo que puedes hacer de la mejor manera que sabes. Si lo haces, serás testigo de los milagros que sucedan.

Las obras más importantes del mundo no las hacen genios. Las hacen personas comunes, con equilibrio en sus vidas, que han aprendido a trabajar de una manera extraordinaria.