Skip to main content

Frases de François De La Rochefoucauld

Frases de François De La Rochefoucauld

Fue un escritor, aristócrata, militar y filósofo francés, conocido, sobre todo, por sus Máximas.

0


  • Lo que se llama liberalidad no es frecuentemente otra cosa que la vanidad de dar.



  • Mientras uno se ve en posición favorable para dispensar favores, no suele encontrar personas desagradecidas.



  • Virtudes y vicios los mueven intereses.



  • El interés habla toda suerte de lenguas y representa toda suerte de personajes, incluso el del desinteresado.



  • El interés habla todas las lenguas y desempeña todos los papeles, aun el de desinteresado.



  • La gratitud de la mayoría de los hombres no es más que el deseosecreto de mayores beneficios.



  • Las pasiones contienen una injusticia y un interés propio que hace que sea peligroso seguirlas, y que convenga desconfiar de ellas, incluso cuando parecen muy razonables.



  • El agradecimiento de la mayor parte de los hombres obedece a un oculto deseo de obtener más grandes beneficios.



  • La gratitud de la mayoría de la gente no es más que una secreta esperanza de recibir nuevos y mayores beneficios.



  • Si se examinan bien los diversos efectos del tedio, se descubrirá que éste nos hace faltar a más deberes que el interés.



  • La debilidad más peligrosa de la gente vieja, que ha sido agradable, consiste en olvidar que ya no lo es.



  • Los viejos se consuelan dando buenos consejos porque no pueden dar malos ejemplos.



  • Los ancianos se complacen en dar buenos consejos, porque así se consuelan de no encontrarse ya en situación de dar malos ejemplos.



  • El primero de los bienes, después de la salud, es la paz interior.



  • Llevar una dieta demasiado severa para guardar la salud es una enfermedad tediosa.



  • Nada impide tanto ser natural como el deseo de parecerlo.



  • El amor propio es más ingenioso que el hombre más ingenioso de este mundo.



  • Algunos necios suelen tener ingenio, pero ninguno tiene discreción.



  • Las disputas no durarían mucho tiempo si la sinrazón estuviese solamente de un lado.



  • La juventud es una embriaguez continua, es la fiebre de la razón.



  • Hay personas repulsivas con méritos, y otras que agradan con defectos.



  • El arte de saber sacar provecho de mediocres facultades resta el aprecio de los demás y confiere con frecuencia más reputación que verdaderos méritos.



  • Nuestros merecimientos nos ganan la estimación de las gentes honradas; y nuestra buena estrella, la del público.



  • La naturaleza es la que crea el mérito, y la fortuna es quien lo hace activo.



  • Pocas mujeres hay cuyos méritos duren más que su belleza.



  • Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.



  • Si se juzga al amor por sus efectos, más se parece al odio que a la amistad.



  • La envidia es más irreconocible que el odio.



  • Más cerca estamos de amar a los que nos odian, que a los que nos aman más de lo que quisiéramos.



  • Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus efectos, se parece más al odio que a la amistad.



  • Un hombre discreto puede estar enamorado como un loco, pero no como un tonto.



  • Todos saben bien que no se debe hablar apenas de la mujer propia, pero ignoran que todavía se debería hablar aun menos de sí mismo.



  • Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.



  • La verdadera elocuencia consiste en no decir más de lo que es preciso.



  • Los celos son el mayor de los males, y el que menos mueve a compasión a la persona que los causa.



  • Los celos se alimentan de dudas, y se convierten en furor o se extinguen apenas pasamos de la duda a la certidumbre.



  • Los celos se alimentan de dudas.



  • Los celos nacen siempre con el amor, pero no siempre mueren con él.



  • Nuestro amor propio sufre con mayor impaciencia la condenación de nuestras aficiones que la de nuestras pasiones.



  • Por más descubrimientos que hayamos hecho en el terreno de nuestro amor propio, todavía nos quedan muchas tierras que descubrir.