Frases de François De La Rochefoucauld
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Mientras uno se ve en posición favorable para dispensar favores, no suele encontrar personas desagradecidas.
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El interés habla toda suerte de lenguas y representa toda suerte de personajes, incluso el del desinteresado.
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Las pasiones contienen una injusticia y un interés propio que hace que sea peligroso seguirlas, y que convenga desconfiar de ellas, incluso cuando parecen muy razonables.
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El agradecimiento de la mayor parte de los hombres obedece a un oculto deseo de obtener más grandes beneficios.
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La gratitud de la mayorÃa de la gente no es más que una secreta esperanza de recibir nuevos y mayores beneficios.
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Si se examinan bien los diversos efectos del tedio, se descubrirá que éste nos hace faltar a más deberes que el interés.
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La debilidad más peligrosa de la gente vieja, que ha sido agradable, consiste en olvidar que ya no lo es.
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Los ancianos se complacen en dar buenos consejos, porque asà se consuelan de no encontrarse ya en situación de dar malos ejemplos.
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El arte de saber sacar provecho de mediocres facultades resta el aprecio de los demás y confiere con frecuencia más reputación que verdaderos méritos.
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Nuestros merecimientos nos ganan la estimación de las gentes honradas; y nuestra buena estrella, la del público.
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Todos saben bien que no se debe hablar apenas de la mujer propia, pero ignoran que todavÃa se deberÃa hablar aun menos de sà mismo.
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Los celos se alimentan de dudas, y se convierten en furor o se extinguen apenas pasamos de la duda a la certidumbre.
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Nuestro amor propio sufre con mayor impaciencia la condenación de nuestras aficiones que la de nuestras pasiones.
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Por más descubrimientos que hayamos hecho en el terreno de nuestro amor propio, todavÃa nos quedan muchas tierras que descubrir.