Frases de Daisaku Ikeda
Es un filósofo budista, educador, autor, poeta y defensor del desarme nuclear.
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Nada es más valioso que la paz. La paz es el punto de partida más básico para el progreso de la humanidad.
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Nunca me cansaré de decir esto: no te compares con los demás, sé fiel a ti mismo y sigue aprendiendo todo lo que puedas aprender.
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No hay mayores tesoros que las cualidades humanas más altas, tales como la compasión, la valentía y la esperanza. Ni siquiera el trágico accidente o desastre puede destruir esos tesoros del corazón.
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Los hombres y mujeres que conocen la brutal realidad de la guerra, que saben que las tiras de guerra la gente de su propia humanidad, deben unirse en una nueva asociación mundial para la paz.
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En lugar de alejarse de la escala asombrosa y la profundidad de la miseria causada por la guerra, debemos esforzarnos por desarrollar nuestra capacidad de empatizar y sentir el sufrimiento de otros.
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Los ojos de un poeta descubre en cada persona una humanidad única e insustituible. Mientras intelecto prepotente que pretende controlar y manipular el mundo, los arcos espíritu poético con reverencia ante sus misterios.
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Japón aprendió de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que la tragedia causada por las armas nucleares no debe repetirse y que la humanidad y las armas nucleares no pueden coexistir.
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Pero creo que tenemos que recordar que la democracia en todas partes es, por su naturaleza incompleta, un trabajo en progreso.
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Después de haber vivido la transición del totalitarismo, soy plenamente consciente de la necesidad de no dar por sentado las libertades fundamentales de pensamiento, de expresión y de creencia de que la democracia trae.
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No importa cuán desesperadas o sombrías parezcan las cosas, siempre llega el momento en que, de repente, nuestro espíritu revive y la esperanza renace. Por eso nunca debemos rendirnos.
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Para estar realmente vivo, uno debe estar bajo el sol, la luna, las estrellas brillantes y rodeado de la hermosa vegetación y las aguas puras del mundo natural.
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Es mucho más valioso buscar la fortaleza en los demás. No puedes ganar nada criticando sus imperfecciones.
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La sinceridad genuina abre los corazones de las personas, mientras que la manipulación hace que se cierren.
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Es imposible construir la propia felicidad sobre la infelicidad de los demás. Esta perspectiva está en el corazón de las enseñanzas budistas.
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