Frases de Confucio
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Un hombre que tiene un alma hermosa, tiene siempre cosas hermosas que decir; pero un hombre que dice cosas hermosas, no necesariamente tiene el alma hermosa.
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Estas tres señales distinguen al hombre superior: la virtud, que lo libra de la ansiedad; la sabiduría, que lo libra de la duda; y el valor, que lo libra del miedo.
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Los jóvenes y los criados son los más difíciles de manejar. Si los tratáis con familiaridad, se tornan irrespetuosos; si los ponéis a distancia, se resienten.
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Si quieres ser feliz durante un año, hereda una fortuna. Si quieres ser feliz durante toda la vida, ayuda a otra persona.
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El equilibrio es el estado perfecto del agua sin gas. Que ese sea nuestro modelo. Permanece en silencio por dentro y no se altera en la superficie.
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Cuando veas a una buena persona, piensa en volverte como él / ella. Cuando veas a alguien que no sea tan bueno, reflexiona sobre tus propios puntos débiles.
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Cuanto más medite el hombre sobre los buenos pensamientos, mejor será su mundo y el mundo en general.
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Lo único que yo ambiciono y deseo es no caer en la necesidad de vanagloriarme por mis virtudes y por mi inteligencia, y no pregonar mis buenas acciones.
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Confesar sus defectos cuando son reprendidos, es modestia; descubrirlos a los amigos es ingenuidad y confianza; hacer alarde de ellos sin tiempo y sin ser preguntados, es orgullo.
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Cuando el pueblo es tan numeroso, ¿qué puede hacerse en su bien? Hacerlo rico y feliz. Y cuando sea rico, ¿Qué más puede hacerse por él? Educarlo.
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Odia a los que son viles y calumnian a quienes son superiores a ellos; odia a los valientes que no saben de normas de convivencia; odia a los fanáticos atrevidos que son gente estrecha de miras.
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La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y comprensión hacia todos.
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Cuando las familias individuales han aprendido la bondad, entonces la nación entera ha aprendido la cortesía.
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No debemos hablar nunca ni bien ni mal de nosotros mismos: bien, porque no nos creerían, y mal, porque lo creerían fácilmente.
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No hay lugar en lo más alto de los cielos ni en lo más profundo del océano donde no impere la leymoral.
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Aquel que gobierna por medio de su excelenciamoral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella.
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Un pueblo gobernado despóticamente y en el que se mantiene el orden por medio de castigos, puede evitar la infracción de la ley, pero perderá su sentido moral.