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Frases de Concepción Arenal

Frases de Concepción Arenal

Fue una diplomada en derecho, pensadora, periodista, poeta y autora dramática española.

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  • Abrid escuelas y se cerrarán cárceles.



  • La pasión para el hombre es un torrente; para la mujer, un abismo.



  • Hay gran diferencia entre impresionarse con los males de nuestros hermanos, y afligirse. Para lo primero basta imaginación, y se necesita corazón para lo segundo



  • El pobre se arruina en el momento en que deja de ser sobrio.



  • El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acomete sino a los ociosos.



  • Son menos nocivos a la felicidad los males que el aburrimiento.



  • El mejor homenaje que puede tributarse a las personas buenas es imitarlas.



  • No puede ser bueno el que no sabe luchar y resistir.



  • No se pierde el tiempo que se emplea en procurar hacer el bien.



  • Las virtudes son hermanas que se abrazan estrechamente: cuando una cae, todas las otras vacilan, cuando una se levanta, las restantes cobran ánimo.



  • Con la ignorancia armonizan bien los errores.



  • Cuando no comprendemos una cosa, es preciso declararla absurda o superior a nuestra inteligencia, y generalmente, se adopta la primera determinación.



  • Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie.



  • Cuanto más se dividen los obstáculos son más fáciles de vencer.



  • El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído.



  • A los ojos de la caridad no es nunca pequeño el bien que se hace ni el mal que se evita.



  • Del error de que la caridad consiste sólo en dar dinero, es consecuencia el pensar que los pobres no pueden hacer caridad.



  • Hay tanta justicia en la caridad y tanta caridad en la justicia que no parece loca la esperanza de que llegue el día en que se confundan.



  • La caridad es un deber; la elección de la forma, un derecho.



  • La caridad no necesita absolver para compadecer.



  • Las hipócritas seguridades de la caridad oficial dejan al egoísmo la ventaja de mantenerse indiferente, sin parecer cruel.



  • El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.



  • A veces damos el nombre de favor a la justicia, y creemos de muy buena fe que fuimos buenos y generosos cuando no hemos sido más que justos.



  • En muchos casos hacemos por vanidad o por miedo, lo que haríamos por deber.



  • Todo lo que endurece, desmoraliza.



  • Es raro, muy raro, que nadie caiga en el abismo del desengaño sin haberse acercado voluntariamente a la orilla.



  • El amor es para el niño lo que el sol para las flores; no le basta el pan: necesita caricias para ser bueno y fuerte.



  • El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído.



  • Proteger el trabajo es proteger la virtud, consolar dolores, arrancar víctimas al crimen y a la muerte.



  • Proteger el trabajo es enjugar lágrimas, consolar dolores, arrancar víctimas al vicio, al crimen y a la muerte.



  • El ruido de las carcajadas pasa. La fuerza de los razonamientos queda.



  • Los grandes egoístas son el plantel de los grandes malvados.



  • No hay cálculos más errados que los del egoísmo.



  • Mal medio es de atraer a un hombre a la razón el tratarle como si no la tuviera.



  • Las cadenas se rompen con ideas y no a bayonetazos.



  • No olvidemos que el amor es nuestra única arma; no nos cansemos de repetir aquella sublime frase: La cólera del hombre no realiza nunca la voluntad de Dios.



  • Hacer bien a los que nos inspiran simpatía es un goce: la virtud consiste en favorecer a los que no nos la inspiran.



  • Odia el delito y compadece al delincuente.



  • No hay animal tan manso que atado no se irrite.



  • El tedio puede escuchar todas las voces tentadoras, tiene camino para todos los extravíos, y no hay aberración que en un momento dado no pueda servirle de espectáculo.