Frases de Christian Nestell Bovee

Fue un escritor epigramático de la ciudad de Nueva York.

Nuestro primer y último amor es el amor propio.
El dolor sin lágrimas sangra internamente.
Es la pasión que hay en un beso lo que da su dulzura, es el cariño en un beso lo que le santifica.
La melancolía ve lo peor de las cosas.
La discreción es la sal y la fantasía el azúcar de la vida; uno lo conserva, el otro lo endulza.
Una sana discreción no se indica tanto por no cometer nunca un error como por no repetirlo nunca.
O, si uno ha logrado un acto de heroísmo, se espera que realice actos de heroísmo para la edificación de todos los que se le acercan. Hay gente que nunca puede creer que vea un león a menos que lo oiga rugir.
Jugamos cuando ponemos límites a nuestros deseos, ya que la naturaleza no los ha puesto.
La misma astucia oculta su astucia; los indiferentemente astutos se jactan de ello.
Cuando todo lo demás se pierde, el futuro aún permanece.
El pánico es un abandono repentino de nosotros, y va hacia el enemigo de nuestra imaginación.
Las pasiones son como el fuego, útiles de mil maneras y peligrosas solo de una, a través de su exceso.