Frases de Carlos Ruiz Zafón

A nadie se le puede convencer de verdad de lo que no necesita creer.

Las gentes con el alma pequeña siempre tratan de empequeñecer a los demás.

Nada es justo. A lo máximo que se puede aspirar es a que sea lógico. La justicia es una rara enfermedad en un mundo por lo demás sano como un roble.

Siempre he dicho que el ocio ablanda el espíritu. Hay que mantener el cerebro ocupado. Y si no se tiene cerebro, al menos las manos.

En este perromundo, cuando te haces viejo y te duele hasta el sentido común, un mendrugo de amabilidad, o de lástima, es un manjar de dioses.

Debíamos aprender todavía que el Diablo creó la juventud para que cometiésemos nuestros errores y que Dios instauró la madurez y la vejez para que pudiéramos pagar por ellos.

Madurar no es más que el proceso de descubrir que todo aquello que creías cuando eras joven es falso y que, a su vez, todo cuanto rechazabas creer en tu juventud resulta ser cierto.

Un viejo conocido me dio la bienvenida, el gato me miraba con su desdén habitual. Desee ser un dobermann.

En el fondo nadie es malo, sino que sólo tiene miedo.

El incompetente siempre se presenta a sí mismo como experto, el cruel como piadoso, el pecador como santurrón, el usurero como benefactor, el mezquino como patriota, el arrogante como humilde, el vulgar como elegante y el bobalicón como intelectual.

París es la única ciudad del mundo donde morirse de hambre es todavía considerado un arte.

Nunca pretendas ser perfecto, pues la tristeza de tu soledad te acosará.