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Todos los sistemas, sea cual sea su ideologÃa, generan su propia injusticia, pero no se puede impedir la existencia por temor al mal.
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La medida de nuestro odio es idéntica a la medida de nuestro amor ¿Pero no son éstas sino maneras de nombrar una pasión?
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Qué injusta, qué maldita, qué cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos.
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Para crear debes ser consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo.
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Si éste fuera un mundo perfecto no escribirÃamos novelas ni harÃamos pelÃculas. Lo vivirÃamos, a través del amor de los demás.
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Las revoluciones las hacen hombres de carne y hueso, no santos, y todas terminan por crear una nueva casta privilegiada.
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Hay cosas que sentimos en la piel, otras que vemos con los ojos, otras que nomás nos laten en el corazón.
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Es que no hay buena revolución que no sea traicionada, sólo las malas revoluciones no se traicionan a sà mismas.
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Si del amor hacemos la meta más cierta y el más cierto placer de nuestras vidas, ello se debe a que, por serlo para serlo, debe soñarse ilimitado sólo porque es, fatalmente, limitado.
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