Frases de Buda Gautama

‘Me injurió; me hirió; me derrotó; me despojó’. En los que albergan tales rencores, nunca cesa el odio.

La ira no desaparecerá nunca mientras los pensamientos de rencor sean atesorados en la mente.

Puedes vencer al que se enoja manteniendo la calma, conquistar al impío por el bien, derrotar al tacaño con la generosidad y al mentiroso con la verdad.

El hombre que está dominado por el enojo no conoce lo que es aparente y no observa la ley. Ese hombre a quien el odio acompaña, se vuelve como una negra oscuridad.

Si comparamos el río y la roca, el río no siempre gana debido a la fuerza, pero sí con la perseverancia.

Convertirse en vegetariano es un paso a la corriente que nos guía al nirvana.

Todas las cosas aparecen y desaparecen debido a la concurrencia de causas y condiciones. Nada existe jamás completamente solo; todo está en relación con todo lo demás.

Me preocupo por mí mismo. Tanto si soy el más solitario, como el que tiene más amigos, siempre me voy a respetar a mí mismo.

Puedes buscar en todo el universo a alguien que sea más merecedor de tu amor y afecto que tú mismo, y esa persona no se encuentra en ningún lado.

Con su mente libre de la afluencia de pensamientos y de la inquietud, abandonando tanto el bien, como el mal, un hombre alerta no conoce el miedo.

Trabaja en tu propia salvación. No depender de los demás.

Un árbol es un organismo vivo maravilloso que brinda refugio, alimento, calor y protección a todos los seres vivos. Incluso da sombra a quienes empuñan un hacha para cortarlo.

Cuando se señala su mala conducta, un hombre necio no sólo ignorará el consejo, sino que repetirá el mismo error.

Toda la infelicidad humana proviene de no enfrentar la realidad directamente.

Estar atentos; guarda tu mente de los pensamientos negativos.

La espada más afilada es una palabra hablada con ira.

Conquista la ira por amor, el mal por el bien; Conquista al avaro con liberalidad, y al mentiroso con verdad.

La victoria engendra enemistad. Los vencidos viven en la infelicidad.

No existe fuego como la pasión, ni tiburón como el odio; no existe trampa como la estupidez, ni torrente como la avaricia.

Así como una vela no puede encenderse sin fuego, el hombre no puede vivir sin una vida espiritual.

Ni el fuego ni el viento, ni el nacimiento ni la muerte, pueden borrar nuestras buenas acciones.