Frases de Albert Einstein

Albert Einstein fue un físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo, austriaco y estadounidense. Se lo considera el científico más importante, conocido y popular del siglo XX.

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Ser un solitario. Eso te da tiempo para preguntarte, para buscar la verdad. Ten santa curiosidad. Haz que tu vida valga la pena vivirla.
En lugar de ser un hombre exitoso, busca ser un hombre valioso, lo demás llegará naturalmente.
Los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.
Lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible.
No sé con qué armas se luchará en la tercera Guerra Mundial, pero sí sé con cuáles lo harán en la cuarta Guerra Mundial: palos y mazas.
El respeto irreflexivo por la autoridad es el mayor enemigo de la veracidad.
En el imperio de la verdad no cabe ninguna autoridad humana. El que allí intente hacer valer su autoridad, se estrellará contra las carcajadas de los dioses.
$Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias...$

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
Dios es sofisticado, pero no malévolo.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Los ideales que iluminan mi camino y una y otra vez me han dado coraje para enfrentar la vida con alegría han sido: la amabilidad, la belleza y la verdad.
Cómo conseguir el éxito: A (éxito) = X (trabajo) + Y (juego)+ P (mantener la boca cerrada).
Un estomago vacío, es un mal consejero.
La entropía es el único camino hacia la libertad.
La entropía es la tendencia natural del universo hacia el caos.
No hay nada más difícil de cambiar que una idea.
La simplicidad es la clave del éxito.
Todo lo grandioso se encuentra en su forma más simple.
Los imprevistos nos hacen valorar la vida y los buenos momentos.
La vida es el producto de todos los imprevistos.
Debemos tener miedo de nosotros mismos, porque el terror más insignificante contiene el germen de la destrucción.
El mayor y más doloroso problema en la vida humana es el egoísmo: la incapacidad de pensar en los otros, de comprender sus sentimientos y necesidades.
El egoísmo es en realidad la ceguera a la realidad de nuestro propio ser.
La verdadera felicidad no viene del egoísmo, sino del servicio al prójimo.