Frases de Consumismo
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De mi madre aprendà que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo; ahora mismo le puedes decir basta a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido.
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La sociedad paga para tener un sistema educativo de mierda, porque mientras mas idiotas salgan, más fácil de venderles algo es, hacerlos dóciles consumidores, o empleaduchos. Graduados con sus tÃtulos y nada en sus cabezas, que creen saber algo, pero no saben nada. ¿Qué música escuchan? Mis discos seguro que no.
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Que la humanidad deje de estar dominada por el deseo de alcanzar ganancias inútiles. Que se renueve entre los pueblos en sentimiento internacional de la solidaridad.
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Hay que acostumbrar a la gente a vivir de forma más austera, a no derrochar. Hay mucho derroche de energÃa, no hace falta que cada familia de clase media tenga dos automóviles, lo que hace falta es cambiar el sistema de transportes, mejorar el transporte público, para que la gente no utilice el coche. Lo que hace faltacambiar es el modo de vida, ya que consumo no es sinónimo de felicidad.
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Mientras las universidades logran robots que se parecen cada vez más a los seres humanos, no sólo por su inteligencia probada sino ahora también por sus habilidades de expresar y recibir emociones, los hábitos consumistas nos están haciendo cada vez más similares a los robots.
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La adquisición obsesiva de productos manufacturados, que mantengan activa y creciente la fabricación de mercancÃas, produce el fenómeno de la «reificación» o «cosificación» del individuo, entregado al consumo sistemático de objetos, muchas veces inútiles o superfluos, que las modas y la publicidad le van imponiendo, vaciando su vida interior de inquietudes sociales, espirituales o simplemente humanas, aislándolo y destruyendo su conciencia de los otros, de su clase y de sà mismo,
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En las antÃpodas de las vanguardias herméticas y elitistas, la cultura de masas quiere ofrecer novedades accesibles para el público más amplio posible y que distraigan a la mayor cantidad posible de consumidores. Su intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos. Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artÃculos de consumo de masas.
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Hemos recorrido un largo trecho en la dirección contraria, creando una sociedad en la que el materialismo se impone al compromisomoral, en la que el crecimiento rápido que hemos alcanzado no es sostenible desde el punto de vista medioambiental ni social, en la que no actuamos juntos como una comunidad para satisfacer nuestras necesidades comunes, en parte porque el individualismo feroz y el fundamentalismo del mercado han erosionado cualquier sentido de comunidad y han llevado a la explotación rampante de los individuos incautos y vulnerables y a una división social cada vez más acentuada.
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La publicidad hace que compren ropas y coches que no necesitan. Generaciones y generaciones han desempeñado trabajos que odiaban para poder comprar cosas que en realidad no necesitan.
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Los consumidores modernos pueden identificarse con la formula siguiente: yo soy = lo que tengo y lo que consumo.
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El sÃmbolo serÃa ese ciudadano medio cargado de paquetes que está dispuesto a tragar con cualquier bajeza polÃtica o moral con tal de seguir consumiendo hasta el final de sus dÃas.
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Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada; compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existe ningún comerciante de amigos, los hombres ya no tienen amigos.
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Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable.
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¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan, porque se guÃan por criterios exclusivamente chovinistas, nacionalistas, egoÃstas.
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Para mÃ, la violencia es una consecuencia de la competencia, y la competencia es una consecuencia de la rivalidad y la comparación; y la rivalidad y la comparación son una consecuencia de una cultura de consumo en la que se nos educa para compararnos todo el tiempo con otros.
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En una cultura en la que prevalece la orientación mercantÃl y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
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La pretensión de los comunistas de que su sistema pondrá fin a la guerra de clases al suprimir las clases, es una ficción, porque su sistema se basa en el consumo ilimitado como meta de vida.
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Lo único que harÃa serÃa contribuir más a ese sistema que lo convierte en un esclavo consumiendo productos que en realidad no necesita, pero que cree que sà y que lo harán más feliz.
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Puede que resulte difÃcil tener una economÃa global fuerte mientras parte del mundo siga produciendo mucho más de lo que consume, y otra parte —una parte que deberÃa estar ahorrando para cubrir las necesidades de su población que va envejeciendo— siga consumiendo mucho más de lo que produce.
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En las civilizaciones actuales, el ser humano se ha convertido en bien y medio de consumo, y la naturaleza, su objetivo para desarrollar.
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Un hombre hedonista, permisivo, consumista y relativista, no tiene referentes ni puntos de apoyo, y acaba no sabiendo a dónde va, envilecido, rebajado...Convertido en un objeto que va y viene, que se mueve en todas las direcciones, pero sin saber adónde se dirige. Un hombre que en vez de ser brújula, es veleta.
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Lo que se ha instaurado en el mundo es una sociedad capitalista, con todo lo que en ella es vulgar, cruel y estúpido, con advenedizos, estafadores y timadores, con la grotesca chabacanerÃa de los nuevos ricos. La crueldad del dinero ha sustituido a la crueldad de la polÃtica. La necedad comercial ha sustituido a la necedad ideológica.
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La producción no tiene ningún sentido, excepto como un medio para el consumo. La inversión en bienes de capital no significa nada, a excepción de cuando es una necesaria estación intermedia en la ruta hacia más consumo.
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La orientación artificial, ostentosa, y los patrones de consumo suntuoso de la cultura estadounidense deberÃan ser despreciados por todos los demás paÃses de este planeta.
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El ideal de consumo de la sociedad capitalista no tiene otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de objetos por otros cada vez mejores.
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Es usted un consumidor post-consumista. Tiene todo lo que necesita, y casi todo lo que quiere, menos tiempo.
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Estamos demasiado rodeados de mensajes, casi todos ellos consumistas, que obligan a mantener una vida que no es la ideal; se nos inculca que hay que ser mejores que el vecino, que hay que gastar.