Frases Ancianos

El joven puede morir, pero el viejo no puede vivir.

El vino de Alaejos, hace cantar a los viejos.

Más vale viejo con plata, que joven con zaragata.

Viejo con joven en la cama, muy repleta tiene el arca.

Viejo con mujer hermosa, mala cosa.

¿Sabes por qué podía hacerlo? Porque nunca nadie le había dicho que no podía. Nunca nadie le había dicho que debía estar muriéndose en algún asilo de ancianos. Uno vive según sus propias expectativas, amigo.

Ni sábado sin sol, ni mocita sin amor, ni vieja sin arrebol.

Yo creyendo que eras la abuela rockera... y resulta que eres una camella.

Al mayor, guardalle su honor.

No hay peor aparejo, que remendar a un viejo.

Viejo que se cura, cien años dura.

Oye los consejo la vieja, como el gotear de las tejas.

Del viejo, el consejo, de la vieja, la conseja.

Del viejo, el consejo.

El viejo por no poder, y el mozo por no saber, dejan las cosas perder.

Mientras más viejo, más pellejo.

Mudar de costumbres al viejo, cuéstale el pellejo.

En los viejos está el saber, y en los mozos el poder.

Que el Ejército localice a ancianos "conviviendo" con cadáveres en residencias de mayores me recuerda algo. Y no es un recuerdo agradable. Estamos a tiempo de prevenir ciertos extremos. Parecen lejanos, pero no se sabe. Les aseguro que nunca se sabe.

Más quiero, viejo que me regale, que mozo, que me mande.

Pase la moneda, que el matusaleno queda.

La prueba de un pueblo es su comportamiento hacia el viejo. Es fácil amar a los niños. Pero el cariño y el cuidado hacia los ancianos, los incurables, los desamparados son las minas de oro verdaderos de una cultura.

Come niño y crecerás, bebe viejo y vivirás.

No le quiere mal, quien le quita al viejo de cenar.

El médico y el confesor, cuanto más viejos mejor.

Donde hay viejas, hay chismes y conseja.

Sensatez, dinero y consejo, del viejo.

A enfermo, niño y anciano, hay tenderles la mano.

Más vale viejo asentado, que mozo desatinado.

No somos de mediana edad. Tú eres vieja y yo, prehistórico.

Del viejo, el consejo, y del rico, el remedio.

Más lo quiero mozo y pobre, que viejo que se doble.

La vieja escarmentada, pasa el río arremangada.

No hay viejo que no haya sido valiente, ni vieja que no haya tenido sus veinte.

¿Puede haber algo más grotesco que un anciano bajito pero empinado, medio calvo pero con la cabeza pintada, de ojos asiáticos a fuerza de bisturí y dentadura impecable gracias a tratamientos que le impiden cerrar la boca? Si a esta visión de pesadilla le agregamos una adolescente, menor de edad, generosamente ofrecida por sus padres y al que la niña llama candorosamente «papi», tendremos entonces un argumento de ópera bufa que, con seguridad, hace que Rossini y Puccini se revuelvan en sus tumbas.

- No utilice ese tono conmigo, joven. Yo luché en la guerra por ustedes. - Apuesto a que se arrepiente.

No responda si, al mayor, sino si, señor.

Desconfía del médicojoven, y del barbero viejo.

La enfermedad y el anciano, siempre de la mano.

Los viejos que glorifican continuamente el tiempo pretérito, parecen querer persuadirnos de que en su época no había tontos; mas, desgraciadamente, ahí quedan ellos para demostrar lo contrario.