Dos piedras preciosas, la una falsa y la
Dos piedras preciosas, la una falsa y la otra buena, son difíciles de distinguir: la firmeza y la obstinación.
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La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha, y no en la victoria misma.
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Ningún hombre puede tener éxito en encontrar la mejor manera de hacerlo, sino pone empeño para conseguir realmente hacerlo.
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No seas veleta, no empieces a cada momento algo nuevo, fíjate el objetivo y persíguelo hasta el fin. Mis arreos son las armas, mi descanso el pelear, mi cama las duras penas, mi dormir siempre velar.