Yo nací un día que Dios estuvo enfermo
Yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
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El verdadero valor de un ser humano está determinado principalmente por la medida y el sentido en que ha alcanzado la liberación del yo.
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Un ser humano tiene tantas pieles dentro, cubriendo las profundidades del corazón. Sabemos muchas cosas, ¡pero no nos conocemos a nosotros mismos! Treinta o cuarenta pieles, tan gruesas y duras como las de un buey o un oso, cubren el alma. Ve a tu propio terreno y aprende a conocerte allí.
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Una bestia nunca puede ser tan cruel como un ser humano, tan artísticamente, tan pintorescamente cruel.