¿Puede haber algo más grotesco que un
¿Puede haber algo más grotesco que un anciano bajito pero empinado, medio calvo pero con la cabeza pintada, de ojos asiáticos a fuerza de bisturí y dentadura impecable gracias a tratamientos que le impiden cerrar la boca? Si a esta visión de pesadilla le agregamos una adolescente, menor de edad, generosamente ofrecida por sus padres y al que la niña llama candorosamente «papi», tendremos entonces un argumento de ópera bufa que, con seguridad, hace que Rossini y Puccini se revuelvan en sus tumbas.
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