Nuestra felicidad no es una recompensa,
Nuestra felicidad no es una recompensa, es una consecuencia. Nuestro sufrir no es un castigo, es un resultado.
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Esta es mi religión. No hay necesidad de templos. No hay necesidad de una filosofía complicada. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón es nuestro templo y la filosofía es la bondad.
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Una madre puede ver a su recién nacido como una persona maravillosa y respetable y, a través de su percepción, este niño crecerá para volverse una persona maravillosa y respetable, lo cual es uno de los misterios del amor.
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Usted no es solamente un cuerpo físico con el cual se identifica por costumbre. Su estado esencial es un campo de posibilidades infinitas.